La etiqueta limpia no es un término científico. Más bien, es un término de consumo que ha sido ampliamente aceptado por la industria alimentaria, los consumidores, los académicos e incluso las agencias reguladoras.

Este término significa hacer un producto usando la menor cantidad de ingredientes posible y asegurarse de que estos sean elementos que los consumidores reconozcan y consideren saludables, además de que los consumidores podrían usar en casa.

Las consecuencias de este movimiento han contribuido a alimentar un escepticismo generalizado en torno a la ciencia y la comida, aprovechando los temores de ciertos consumidores que están cansados ​​de cualquier cosa que suene demasiado "científica" en sus comidas favoritas.

No hay nada "malo" en buscar productos de etiqueta limpia. Pero vale la pena recordar que todos los ingredientes de sus alimentos han sido estudiados exhaustivamente por distintas instancias además de múltiples análisis de laboratorio.

La preocupación que rodea a cosas como los sabores artificiales o los nombres difíciles de pronunciar es simplemente una manifestación de la falta de familiaridad de muchos consumidores con la ciencia, y esa falta de familiaridad viene acompañada de la desconfianza.